domingo, 27 de abril de 2014

SENTIDO HOMENAJE A ROBERTO BERMEJO EN ZARAGOZA


Este año se cumplirá el trigésimo aniversario de Roberto Bermejo como matador de toros. Treinta años ya desde aquel 11 de octubre de 1984 cuando al toricantano le cediera los trastos Dámaso González en presencia de Ortega Cano para lidiar un encierro de Antonio Pérez, que era lo que lidiaban entonces las figuras. Tras su carrera como matador de toros revisaría sus objetivos y se enfundaría el terno de plata para ser reconocido por los profesionales como un hombre cabal y un torero de los pies a la cabeza.
Nunca he oído a nadie hablar mal de Roberto Bermejo, sino todo lo contrario. Su aporte a la Fiesta ha sido grande, ha ayudado a los que empezaban y ha vivido en torero siempre, pero la vida avanza inexorablemente (también para los héroes) y el año pasado dijo adiós a su profesión, de manera sencilla, como le gusta a él hacer las cosas. Antonio Ferrera, su matador, le cortó la coleta una tarde de otoño en Madrid y se cerró una etapa que ha comprendido varias subetapas. Los ojos azul mar caribe ya no observarán desde el callejón con un capote de brega sino desde el tendido junto a otros aficionados. Pero nada termina. Finaliza un ciclo pero comienza otro: La familia, los amigos, el deporte...la vida de los humanos.
Roberto Bermejo es una persona especial y por eso se merecía un homenaje especial, como el que le organizó en la tarde-noche de ayer la Peña Taurina "La Montera" en el hotel Reino de Aragón. Todo muy cuidado, como Vanesa, Lourdes y María Jesús saben hacer las cosas. Durante una hora hablamos con Roberto de su profesión, de su carrera, de su familia y de sus sentimientos, descubriendo muchos de los asistentes aspectos desconocidos en la vida del torero. Al acto lo acompañaron diversos profesionales de Aragón como Jesús Millán, Alberto Álvarez, Miguel Cuartero, César Urdániz, el ganadero de Vistahermosa-Los Maños, representantes de Peñas Taurinas, su familia y muchos aficionados y amigos que vivieron con intensidad la exposición vital de un torero que alcanzó su momento álgido cuando apareció en la sala Antonio Ferrera junto a su cuadrilla y su apoderado Raúl Gracia "El Tato" para acompañar al homenajeado. Todo resultó entrañable, íntimo, dentro de una atmósfera de admiración, amistad y compañerismo. Faena de cante grande.
Después llegó la cena. Exquisita. Donde se habló mucho de toros. Y luego las sorpresas: La Peña "La Montera" le entregó un recuerdo marca de la casa, el ganadero de los Maños una placa y al final el grupo flamenco de Tumbaíto & Cía nos sacó las emociones -especialmente al homenajeado- y puso el broche de oro con absoluta maestría a una noche inolvidable gracias a la calidad humana de Roberto, a la magnífica organización de la Peña "La Montera" y a la colaboración de todos los asistentes. Estoy seguro de que quienes tuvimos la suerte de vivir lo que vivimos y de sentir lo que sentimos no lo olvidaremos jamás.

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