Ha sido en Peñaflor de Gállego, en una tertulia en la que se encontraba acartelado junto a Jesús Cobaleda, ganadero de Barcial, con la exquisita moderación de Ángel Solís.
A decir verdad el coloquio se ha tramitado con oficio pero sin más. Barcial y Frascuelo son parte de la reserva india del toro y todo han sido lamentos sobre la situación actual de la fiesta, donde ellos y gente como ellos no pueden transpasar las murallas que levantan los lobbys de toreros, ganaderos y empresarios. La mafia del toro.



Sobrecoge escucharlo cuando habla, ver que tiene la ilusión intacta a pesar de tanta cornada seca en los despachos y no poder hacer nada que no sea reivindicar su toreo, su idealismo, su utopía: "Me gustaría que hubiera un sorteo entre los toreros contratados para confeccionar los carteles y otro para ver a qué ganadería se enfrentaban".
Esta tarde he sentido vergüenza cuando le he escuchado decir, con amargura, que no había toreado en Zaragoza como matador y he recordado los carteles que tenemos anunciados para el mes que viene en La Misericordia, pero esta cantinela no viene de ahora pues el año pasado fue igual, y el otro y el de más atrás. No hay empresarios aficionados si no es a engordar su cuenta corriente y el toreo se muere. Podremos echarle la culpa a la Administración, a los antitaurinos, a la crisis o a las nuevas modas, pero lo cierto es que la Fiesta está tocada porque si no fuera así, toreros como Frascuelo estarían en el lugar que les corresponde y que además pide el aficionado.