Desastre ganadero a excepción de un gran toro de
Domingo Hernández lidiado en quinto lugar
El desafío de hoy entre Talavante y López Simón había
generado ilusión entre la afición que poblaba los tendidos de la Misericordia
casi en su totalidad, aún sin colocar el cartel de “No hay billetes” como
pasara el día 11 con Morante, Urdiales y el mismo Talavante. El ambiente era de
fiesta grande, los gritos de Libertad, Libertad han vuelto a prologar el
espectáculo y lo cierto es que al final se ha salido de la plaza con sabor
agridulce, principalmente por la condición de los toros lidiados, pues dos de
Garcigrande que hacían 1º y 3º han tenido que ser devueltos por inválidos, saltando
a la arena otros dos de El Pilar y El Puerto de san Lorenzo, casi tan débiles
como los que se habían ido al corral.
Los tres de Vellosino tampoco han
servido, como ya se intuía, por faltarles transmisión, raza y fuerzas,
cambiando la tendencia a la baja un torazo de más de 600 kilos de Domingo
Hernández, noble y repetidor como bravo que era, que afortunadamente ha roto la
inercia negativa de sus compañeros de chiquero, permitiéndole a Talavante
realizar una faena de gran belleza que ha calado sobremanera en los tendidos,
pero que con todo a favor ha recetado una entera muy tendida saliendo
trompicado y necesitando un golpe de verduguillo para pasaportar a su
colaborador enemigo, lo cual ha sido el motivo de que el Presidente no le
otorgara la segunda oreja; así que Talavante, herido en su orgullo, se ha
enfadado dejando al alguacilillo plantado en la raya de picadores, pues en un
feo gesto no ha querido recibir el trofeo ganado, dando posteriormente dos
clamorosas vueltas al ruedo.
López Simón se presentaba en
Zaragoza como matador y ha demostrado que es un valor en alza con el que habrá
que contar en el futuro. Se ha llevado la oreja de su inválido primero por
ejercer de enfermero y a punto ha estado de cortarle otra al sexto si no
hubiera fallado a espadas, quedando el premio en vuelta al ruedo.
Pero en el mano ha mano ha
surgido un tercer protagonista que no es otro que el Presidente del festejo don
Paco Bentue, al llevarse para su casa tres sonoras broncas por no conceder los
trofeos que demandaba la afición, aguantando estoico el chaparrón con el deber
cumplido. El primer contratiempo ha surgido tras la muerte del quinto, un bravo
animal con el que Talavante ha estado sencillamente cumbre, pero que a la hora
de matar ha enterrado el estoque muy tendido y ha necesitado un golpe de
verduguillo, por lo cual el sr. Bentue ha considerado que no se habría la
Puerta Grande y la pitada ha sido mayúscula. Después ha ocurrido similar
acontecer tras la muerte del sexto, un noble y débil vellosino al que López Simón
ha finiquitado acertando en los bajos y también ha necesitado del estoque de
cruceta para subir a su enemigo en la barca de Caronte. Y la tercera bronca le
ha caído al finalizar el festejo como recordatorio de la discrepancia
manifiesta entre palco y tendidos.
En fin, don Paco, a seguir aplicando los criterios
que Ud. considere oportunos y que yo, concretamente, en el día de hoy comparto.
Al final del festejo el
aficionado se lamentaba de la escasa condición de los astados lidiados, con
excepción del magnífico quinto, y de que las figuras en tarde de tanta
expectación se decanten por ejemplares de ganaderías que tienen comportamientos
mortecinos y descastados en detrimento de la bravura y de la emoción que son la
base de la fiesta, además de la condición “sine qua non” para que quien paga su
entrada no se sienta engañado y siga acudiendo a la plaza, pues si eso no
ocurriera, se habría matado a la gallina de los huevos de oro.