Tras el análisis del interesante fin de semana en Zaragoza se pueden obtener varias conclusiones:
- La primera es que habiendo anunciado la empresa dos festejos atractivos, el porqué lo omito por obvio, no ha acudido público a la plaza, ni torista ni torerista, lo que indica que lo programado no interesa nada más que a unas dos mil personas por tarde de un aforo de 10.300, por lo cual el espectáculo resulta ruinoso. Ante ello se pueden elegir dos caminos: o seguir como estamos, dando pábulo a una fiesta inmovilista, perdiendo dinero con la esperanza de recuperarlo en el Pilar, o salirse de los circuitos que aprisionan a este mundillo, trabajando de verdad en crear carteles de interés a precios competitivos, aunque sea partiendo desde cero, para intentar recuperar a una afición demasiado apaleada y mentalizada de que casi todo está perdido. O cerrar el garito si no se quieren buscar otras soluciones, que es lo más fácil.
- La segunda reflexión es que "todo esto" está tocando fondo a la misma velocidad que el calentamiento del planeta y que siendo todos importantes, lo que más es el TORO. Animal en cuyo juego se sustenta la Fiesta y del cual nos hacen creer los falsos taurinos que ya apenas existe como consecuencia de ver a las figuras, tarde tras tarde, anunciarse con encierros impresentables. Algo que tras lo visto el sábado debería hacer sonrojar a más de uno, pues en la corrida concurso saltaron al ruedo cuatro toros de gran nota pertenecientes a ganaderías que no quieren torear las figuras, con la salvedad de lo de Joselito que es Domecq y, de momento, tragan.
Ahora, si en esto hubiera justicia y tan mal que dicen que está la cabaña brava, deberían comprarse ya para el Pilar las corridas correspondientes a los cuatro hierros que dieron nota alta en la Concurso: Herederos de Felipe Bartolomé, que dijo añoche en Clarín la ganadera que de las dos que tiene una está sin vender, Juan Luis Fraile, Adelaida Rodríguez, también le sobra una, y Toros de La Reina, pues todos ellos tuvieron lo que pide el aficionado, que es el que paga: bravura, nobleza, movilidad y transmisión, además del trapío justo para Zaragoza. Lo de Concha y Sierra, Adolfo Martín y Parladé en conjunto (a excepción del segundo) como no sirvió, el empresario sacará sus propias conclusiones, aunque es cierto que tampoco se puede juzgar a una ganadería por el juego de un solo ejemplar en una Concurso.
El año pasado Felipe Bartolomé lidió tres corridas, todas de rejones, en Bayona, Ciudad Real y Cuenca. De ellas Diego Ventura le toreó dos y cortó 7 orejas y Hermoso una y se llevó dos trofeos. No me digan que no es triste que esté saltando al ruedo lo que está saltando y estos hermanos de "Gargantillo" vayan para rejones.
Adelaida Rodriguez tenía cinco corridas y con ellas se anunciaron Gallo, Fandiño, El Zapata, Curro Díaz, Lescarret, Fundi, Valverde o Sergio Aguilar, ninguno del G10.
La de Juan Luis Fraile de Madrid se la mataron El Conde, Luis Vilches y Eduardo Gallo, mientras que con Joselito ya tenemos a Rivera Ordóñez, El Fandi, Morante, Castella o El Juli.
De verde y con bigote: Guardia Civil. Pues esto es lo mismo. Los que mandan en la Fiesta rehuyen las ganaderías que son portadoras de bravura en busca de una comodidad que acabará con ellos mismos, aunque ya ricos.
- La tercera reflexión es que ahora que el público está dejando de ir a los toros, habrá que ciudar al aficionado recuperando la autenticidad real de la Fiesta, seleccionando ganado con el trapío exigible a la categoría de cada plaza, con casta y movilidad. A partir de ahí que se quede quien lo desee pues de los que abandonen nos olvidaremos pronto.