martes, 18 de mayo de 2010

Marchando una del montón


Los toros desde el sofá
Después de la tempestad viene la calma. Hoy se anunciaban tres toreros de cierto nivel en el escalafón y una ganadería de garantía.
Para el evento, y en homenaje a Castella, preparamos un poco de paté con vino Le Père la Grolle, denominación Beaujolais, que me habían traido de Lyon y que estaba extraordinario.
El primero del Puerto era para El Cid, del que ya nos cansamos de escuchar que está en la travesía del desierto, encontrándose a sí mismo y cosas por el estilo. Inicia su trasteo de muleta toreando a gusto y por poco se lo lleva el toro por delante, a partir de ahí se deja puntear la pañosa y comprueba que por el izquierdo la embestida de su oponente no es franca. Vuelve al derecho por donde el toro sigue haciendo extraños ganándole la pelea a los puntos. El de Salteras se tira a matar de verdad y resulta con la taleguilla rota.
Ante el 4º El Cid liga la faena aunque se acelere un tanto y se despegue demasiado. Quiere pero no termina de poder. Ya llegará.
Sebastién Castella, que hoy llevaba un vestido con un bordado bastante feo, ha estado a punto de ser prendido en el capote por un toro que ha manseado en el caballo en el segundo puyazo y que en la muleta ha resultado muy blando y humillando mucho. El burel se apaga pronto y el francés se mete un arrimón entre los puñales del toro. Finaliza con manoletinas valerosas y es prendido muy feo cuando preparaba al toro para su muerte.
En 5º lugar se topa con un inválido al que pasaporta con brevedad para evitar las protestas del respetable. Nada que objetar a su actuación.
Rubén Pinar ha iniciado la faena al tercero con estatuarios. El bicho, justo de casta y soso, puntea la flámula al espada que se coloca despegado para intercalar muletazos templados entre trapazos infumables. Muchos pases de criadero y pocos auténticos.
Con el sexto, un toro bien hecho y aparatosamente armado que humilla y tiene la embestida clara, el torero está en su línea, despegadito para no mancharse y con cierto temple. Durante la faena de muleta el toro ve tanto hueco entre la pañosa y el espada que está a punto de echarle mano. El toro, el mejor del encierro, embiste por el izquierdo pero Pinar hilvana la faena mal, cambiando constantemente de mano y lo que es peor, sin sentirse ni abandonarse en ningún momento, por lo que ha perdido una buena ocasión para reventar Madrid. Deberá presentarse a los extraordinarios.

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