Los toreros del día 22 de abril
Rafaelillo se midió con un mansote del Partido de Resina que no le dio opciones en ninguno de los tercios y con un deslucido de El Ventorrillo que
tras derribar del jaco a Esquivel le puso los pitones en el cuello y con
el que solo pudo mostrar oficio. Al final cosechó silencio y aplausos
que resumen perfectamente su labor en el ruedo, destacando ese recibo al cuarto
con faroles de hinojos que cuajó en los gustos del respetable.
Román, se llevó en el sorteo los dos mejores toros de la tarde, que podían hasta haber
sido premiados, especialmente un bravo Alcurrucén que soportó cuatro varas
aunque se paró en el último tercio. Como “toro de la jota” saltó al
ruedo zaragozano uno muy noble de Ana Romero al que picó soberanamente
Iturralde y que le valió para conseguir el premio al mejor puyazo, el único
que se otorgó en la tarde. Ante tales ejemplares Román estuvo voluntarioso
y no siempre bien colocado, dio la vuelta en su primero con algunas
protestas tras firmar una faena que se inició con mejores augurios que
resultados finales, y se le silenció en el sexto, un toro santacolomeño
noble y de buen tranco con el que no terminó de pulsar la tecla del
temple.
Alberto Alvarez, toreó despacioso a
la verónica al parado Cuadri y se jugó las femorales con un Santa Coloma de Flor de Jara que cogía moscas y
con el que le echó un órdago a la vida sin trucos de magia ni chisteras de
doble fondo, protagonizando una actuación honrada que dignifica la profesión de
torero y como consecuencia de la cual salió con la taleguilla hecha jirones
y con un varetazo corrido en el muslo, pero con sus acciones al alza, poniendo de
manifiesto la evolución que está experimentando el torero fruto del oficio
adquirido y del entrenamiento realizado.
Los toreros del día 23 de abril
Curro Díaz tuvo en Zaragoza una tarde de las que no se olvidan fácilmente. Estuvo a punto de
cortarle la oreja a su primero gracias a una serie de muletazos de receta
clásica y logró las dos de su segundo como consecuencia de que el toreo desarrollado por Curro fue una mezcla de música clásica y flamenco, de
violines y martinetes, con muletazos convertidos en obras de arte
gracias a su pureza y a su expresión perfectamente armonizada. Con el público
en el bolsillo al final de la faena ante el cuarto, el torero se tiró a
matar por derecho enterrando una estocada entera pero saliendo cogido al hacer
la cruz, quedando en el ruedo, apenas sin fuerzas, sentado en el estribo a la
espera de que cayera ese “Incorregible” de Algarra que estaba herido de muerte
pero que se agarraba a la vida con todas sus fuerzas.
Recibidas las dos orejas
y paseadas en una jaleada vuelta al ruedo, aun sin poder salir por la ganada Puerta Grande como consecuencia de la cornada recibida, el diestro entró en la
enfermería donde se le detectó una “Herida por asta de toro a nivel de la
cara interna del tercio medio del muslo derecho con orificio de entrada de 5 cm
y dos trayectorias, una ascendente de 15 cm que desgarra fibras del músculo
vasto interno y otra externa que tras superar el fémur llega hasta la cara
externa del muslo de pronóstico grave”, pasando a la clínica Quirón.
Paco Ureña se presentaba en Zaragoza y tras pasar de
puntillas ante su primer ejemplar se entregó ante un complicado quinto
firmando una faena plena de valor y autenticidad que fue reconocida por el
público mientras duró la faena pero no a la hora de conceder trofeos. A la hora de matar se tiró con decisión, llegando a salir
trompicado, pero como tardó el toro en morir, la oreja que tenía ganada a
ley enfrió al respetable y todo quedó en ovación, lo que molestó al torero que, sabedor de sus méritos, no terminaba de comprender que toda su
labor quedase reducida a tan exiguo premio.
Quien se mostró con el perfil más bajo fue Ginés Marín, tan laureado en otras ocasiones en nuestra plaza, no pudo redondear la tarde, mostrando su lado más favorable con el sobrero que salió en sexto lugar que tenía el defecto de quedarse corto, con el que llegó a gustarse en determinadas fases de la faena aun sin llegar a trasmitir emociones relevantes.
Los toros del 22 de abril
Una corrida en la que se mide la bravura de un animal, constituye siempre una fiesta para el aficionado. Todo se prepara para que luzcan los astados y hasta los matadores son conscientes de que deben compartir protagonismo con el pilar fundamental de la fiesta que no es otro que el toro.
Se lidiaron seis ejemplares pertenecientes a dos encastes distintos como es el Gallardo y el Vistahermosa y dentro de éste tres subencastes más como pueden ser Domecq, Santa Coloma y Núñez. Había ganas de ver esta concurso, si bien la tarde no se redondeó del todo, pues si tenemos en cuenta que los premios al toro más bravo y al mejor lidiador han quedado desiertos, con eso queda dicho casi todo.
Los mejores astados que salieron al ruedo fueron los de Alcurrucén, lidiado en tercer lugar, que recibió cuatro puyazos y fue bueno en la muleta y el sexto, de Ana Romero, que no hizo una buena pelea en varas pero fue muy noble en el último tercio.
Los toros del 23 de abril
La corrida de Luís Algarra estuvo bien presentada pero le faltó casta y transmisión y le sobró mansedumbre y malas intenciones a alguno de ellos.
Resúmenes de crónicas aparecidas en Clarín (RNE) y Burladero.tv
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