¡Ay Madrid, Madrid...cómo bajas el listón!

Yo lo entiendo. Lees los carteles programados por la empresa, te pegas tus horitas en la cola para renovar el abono o para conseguir un boleto y te llenas de ilusión para ver una de las combinaciones más rematadas del ciclo. Sevilla les abrió la Puerta del Príncipe al Juli y a Manzanares, y ayer Talavante descerrajó las mismas Ventas. Había ambientillo de fiesta grande y la tarde no rompía hacia adelante, hasta que con todo en contra salió el cuarto cuvillo, un toro al que cuando le bajaba la mano el Juli tenía transmisión. Y eso ha sido todo: El Juli mandaba, mucho, y el toro se comía la muleta, pero todo ha resultado como a chispazos, sin continuidad,  a intervalos donde se alternaban muletazos muy poderosos con fases de atonía que bajaban el tono y, además, El Juli ha matado defectuoso, pues aunque se ha tirado, la espada le ha caído baja. Le han concedido la oreja y se la han protestado, creo que con razón.

En cuanto a Manzanares decir que ha hecho todo entre bien y muy bien en el sexto y le ha sacado al toro lo poco que llevaba dentro. Se ha colocado mejor que en Sevilla y ha toreado por ambos lados a la perfección. Además, ha demostrado valor, se ha dejado dar una voltereta y ha matado recibiendo superior, pero al toro le faltaba la calidad suficiente para poder realizar una faena de dos orejas como la hizo ayer Talavante o como él mismo la firmara en Sevilla. El conjunto era de oreja y media, poco para dos y quizá mucho para una, aunque si pensamos que hubo más voluntad que contundencia, quizá una oreja hubiera valido, pero todos estos triunfalismos vienen como consecuencia de los males de la fiesta. Como el respetable, que no el aficionado, casi nunca ve nada (el aficionado tampoco), cuando se le ilustra con algo, cree haber llegado a la quinta esencia y pide los trofeos, y si además hay un presidente en el palco de mano floja, pasa lo que pasa, que Madrid evalúa bajando mucho el listón.