Rafael Ortega "Gallito" fue un torero hijo del banderillero Enrique Ortega "El Cuco" y Gabriela Gómez Ortega, la hermana de Rafael "El Gallo" y José "Gallito", nieto, por tanto, de Fernando "El Gallo", fundador de la dinastía.
En poco más de doscientas páginas Rafael Ortega analiza su trayectoria profesional en un libro publicado en 1980 y cuenta sus experiencias personales para desgranar vidas y anécdotas de toreros de la talla profesional y humana de su abuelo Fernando "El Gallo", "Lagartijo", "Guerrita", Antonio Fuentes, "Machaquito", Juan Belmonte y sus tíos Rafael "El Gallo" y Joselito.
El libro es de lectura ágil y está complementado con interesantes fotografías. El punto fuerte lo constituyen sus conversaciones con varios de los toreros mencionados, que hablan de sí mismo y de los otros diestros citados. De lo que emana su contenido nos da pie para deducir muchos de los males de la Fiesta actual y los porqués de su desinterés para el público en general. Las figuras de antaño estaban convencidas de serlo y no se querían dejar ganar la partida ninguna tarde, cosa que ahora no ocurre, pues ni se sienten figuras ni entran en disputas con nadie. En otro tiempo los mejores copaban los carteles de todas las ferias y no toreaban si no era en el mismo cartel que su rival y ahora es al revés, van a una tarde -dos ya es un gesto- y con quien pueden hacerle sombra jamás aparecen en la misma fecha. Los toreros antiguos buscaban las ganaderías más importantes para retar a sus rivales, ahora se prefiere el toro descastado y lo más cómodo posible de pitones. Conclusión: Hace unos años los toreros eran considerados héroes porque eran capaces de realizar actos fuera del alcance del resto de mortales y las plazas se llenaban para verlos. Ahora los tendidos están semivacíos, si no hablamos de las grandes ferias, y la fiesta languidece entre vulgaridad porque el aburrimiento se ha hecho el amo de la misma, salvo cuando a Morante -y a pocos más- le da por rebobinar el tiempo para trasladarnos a aquellas épocas en las que el torero era un auténtico dios.
Foto: Los tres hermanos "Gallo": Fernando, José y Rafael.
Muy bien Paco , eso es lo que no se quiere ver hoy.
ResponderEliminar¿ tanto ha cambiado el ser humano ( torero) para que digan que no se puede comparar un torero( ser humano) del s xix y s xx con uno del sxxi?
Mira Aurelio, yo creo que vivimos en un mundo (taurino) muy conformista donde se quieren evitar problemas y complicaciones, algo que posiblemente siempre haya ocurrido, pero ahora en exceso. Eso trae líneas planas en el encefalograma, aborregamiento y ausencia de emociones en el aficionado.
ResponderEliminarAcostumbrados a la ausencia de hechos notables en los festejos, ¿que ocurriría si todas las tardes, o al menos muchas de ellas, viésemos unos pares de banderillas como los de Casanova y Arruga o unos tercios de quites como los de Morante, Luque y Cayetano?. No lo soportarían nuestros mal acostumbrados corazones y caeríamos como tacos en los tendidos.
¿Cuanto hace que no vemos una faena con veinte naturales por abajo en tandas de cinco a un toro con motor?. En fin Aurelio, estos son los tiempos que nos ha tocado vivir. Que envidia me dan los que vieron a Joselito y Belmonte.
Que los toreros toreen a los toros realizando las suertes como deben ser. Que los peones toreen y corran los toros a una mano. La verónica, lance obligado del matador antes que sea picado el toro, ya no se practica. La autoridad permite que pesados caballos de tiro se utilicen para la pica, los ganaderos solo buscan enviar toros pastueños. Así, pronto acabará la fiesta española mas popular y tradicional. Será una especie de pequeña muerte de España.
ResponderEliminarEste libro, escrito en 1978, junto a otro varios años después sobre el mismo torero, fue fruto de un reportaje que hice yo para una revista que se llamaba El Ruedo, dirigida en sus últimos años, por Juan Palma, periodista sevillano, sobre el fin de la dinastía de los Gallos. Me tuve que ausentar de España por otros reportajes, y como la editorial lo pidió para imprimirlo en enero de 1979, le dejé al torero el manuscrito para que hiciera las gestiones pertinentes en mi nombre y en el suyo. El original iba firmado por AMBOS, pero el libro salió no como de ambos,sino como si el torero, casi analfabeto, fuera el único autor. Cuando volví, me lo encontré publicado y sin figurar mi nombre ni en portada ni en la introducción. Como tenía un contrato firmado por él y por mí, lo metí en litigio, y al final se arregló en que me pagara cierta cantidad, que cobré poco a poco, porque él estaba arruinado. El segundo libro, GALLEANDO, ocurrió algo parecido, pero esta vez, como era de peor calidad, le dije que me pagara por "hacer de negro", y santas pascuas. Así fuer. Tuvo grandes elogios, por la ligereza de la redacción. Estuve casi medio año dedicado a la obra, yendo a su casa y en el hotel Wellington, donde me contaba cosas, muy interesantes, por cierto, no en vano formaba parte de la mejor dinastía taurina. Un saludo a los taurinosd. Ramón Hdez de Ávila
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