sábado, 17 de octubre de 2015

UN TROFEO POR COLETA EN EL MANO A MANO ENTRE TALAVANTE Y LÓPEZ SIMÓN


Desastre ganadero a excepción de un gran toro de Domingo Hernández lidiado en quinto lugar

El desafío de hoy entre Talavante y López Simón había generado ilusión entre la afición que poblaba los tendidos de la Misericordia casi en su totalidad, aún sin colocar el cartel de “No hay billetes” como pasara el día 11 con Morante, Urdiales y el mismo Talavante. El ambiente era de fiesta grande, los gritos de Libertad, Libertad han vuelto a prologar el espectáculo y lo cierto es que al final se ha salido de la plaza con sabor agridulce, principalmente por la condición de los toros lidiados, pues dos de Garcigrande que hacían 1º y 3º han tenido que ser devueltos por inválidos, saltando a la arena otros dos de El Pilar y El Puerto de san Lorenzo, casi tan débiles como los que se habían ido al corral.
Los tres de Vellosino tampoco han servido, como ya se intuía, por faltarles transmisión, raza y fuerzas, cambiando la tendencia a la baja un torazo de más de 600 kilos de Domingo Hernández, noble y repetidor como bravo que era, que afortunadamente ha roto la inercia negativa de sus compañeros de chiquero, permitiéndole a Talavante realizar una faena de gran belleza que ha calado sobremanera en los tendidos, pero que con todo a favor ha recetado una entera muy tendida saliendo trompicado y necesitando un golpe de verduguillo para pasaportar a su colaborador enemigo, lo cual ha sido el motivo de que el Presidente no le otorgara la segunda oreja; así que Talavante, herido en su orgullo, se ha enfadado dejando al alguacilillo plantado en la raya de picadores, pues en un feo gesto no ha querido recibir el trofeo ganado, dando posteriormente dos clamorosas vueltas al ruedo.
López Simón se presentaba en Zaragoza como matador y ha demostrado que es un valor en alza con el que habrá que contar en el futuro. Se ha llevado la oreja de su inválido primero por ejercer de enfermero y a punto ha estado de cortarle otra al sexto si no hubiera fallado a espadas, quedando el premio en vuelta al ruedo.
Pero en el mano ha mano ha surgido un tercer protagonista que no es otro que el Presidente del festejo don Paco Bentue, al llevarse para su casa tres sonoras broncas por no conceder los trofeos que demandaba la afición, aguantando estoico el chaparrón con el deber cumplido. El primer contratiempo ha surgido tras la muerte del quinto, un bravo animal con el que Talavante ha estado sencillamente cumbre, pero que a la hora de matar ha enterrado el estoque muy tendido y ha necesitado un golpe de verduguillo, por lo cual el sr. Bentue ha considerado que no se habría la Puerta Grande y la pitada ha sido mayúscula. Después ha ocurrido similar acontecer tras la muerte del sexto, un noble y débil vellosino al que López Simón ha finiquitado acertando en los bajos y también ha necesitado del estoque de cruceta para subir a su enemigo en la barca de Caronte. Y la tercera bronca le ha caído al finalizar el festejo como recordatorio de la discrepancia manifiesta entre palco y tendidos.
En fin, don Paco, a seguir aplicando los criterios que Ud. considere oportunos y que yo, concretamente, en el día de hoy comparto.
Al final del festejo el aficionado se lamentaba de la escasa condición de los astados lidiados, con excepción del magnífico quinto, y de que las figuras en tarde de tanta expectación se decanten por ejemplares de ganaderías que tienen comportamientos mortecinos y descastados en detrimento de la bravura y de la emoción que son la base de la fiesta, además de la condición “sine qua non” para que quien paga su entrada no se sienta engañado y siga acudiendo a la plaza, pues si eso no ocurriera, se habría matado a la gallina de los huevos de oro.

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