No estaban los dioses a favor y los círculos no se cerraban ayer en Bilbao, como diría el artista aragonés Sergio Abraín. Cartel similar al del día anterior, sólo cambiaba Ponce por Morante pues repetían Juli y Manzanares, pero fue suficiente para que no se vendieran todas las localidades. ¿Por qué será? ¿Por qué con Ponce sí y con Morante no? ¿Eso quiere decir que las buenas gentes se decantan por la máxima figura de la técnica y del conocimiento en lugar de por el pontífice supremo del arte y hasta del valor? ¿Prevalece Joselito a Belmonte?. Misterios sin resolver. Lamada a Íker Giménez para que nos dé la clave pues no puede ser que la diferencia venga de que un día se corrían los del Ventorrillo y otro los de Zalduendo.
Fuera por lo que fuere la tarde resultó plúmbea. A Morante le devolvieron sus dos zalduenditos por inválidos, con buen criterio presidencial (la verdad es que no le quedó otro remedio porque el remolón ya se hacía), y se las vió con dos de Torrealta que no dieron opciones. El maestro se vino abajo y como no sabe taparse ni dar pases por pasar el tiempo fue injustamente tratado. Ojo con este torero señores, no vayamos a acabar con el único capaz de sublimarse en una tarde de inspiración.
El Juli anduvo sin toros, pues sus dos zopencos tenían poca casta y menos recorrido. Eso sí, Don Julián estuvo con cabeza, descruzado y descargando la suerte aunque porfión. No sé, no sé.
Y Manzanares, también con dos del hierro de la Z con poca clase, navegó un poco a la deriva, muchos pases, intentándolo, tandas cortas, toreo accesorio y dando hasta dos largas cambiadas con el capote. Pero al final nada de nada, ni toros ni toreros. Bingo.
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