domingo, 29 de agosto de 2010

Ponce se reivindica en Bilbao ante una seria corrida del Puerto de San Lorenzo



Ayer era tarde de emociones en Vista Alegre. Se guardó un minuto de silencio en recuerdo de la muerte de Manolete un 28 de agosto de 1947 y Enrique Ponce hacía el paseíllo número 50 en ese coso. Y la tarde no defraudó, con sus amarguras y sus grandezas, pues la ganadería del Puerto de San Lorenzo salió exigente, mucho, como para una reválida de esas de antes. Toros de Salamanca, la cuna del saber, que examinaron a los toreros aprobando únicamente Ponce. ¿Por qué se creen que lleva tantos años en figura del toreo en un mundo donde nadie pone ni quita nada?. Porque es el toro quien decide y el público soberano quien sanciona. Ponce con sus defectos, que los tiene y muchos, pasará a la historia como uno de los más grandes toreros que ha dado la tauromaquia. Y muchos que van a las plazas se darán cuenta de ello cuando no esté, por eso hay que estar a la que salta, porque si no perdemos la pieza. Yo escucho a muchos aficionados que si Ponce aburre, que no emociona...tópicos. A Ponce no se le puede comparar con nadie, quizá por lo que yo he leído con Joselito el Gallo, por su cabeza, su conocimiento de los toros, su afición y su regularidad. Ayer lo demostró: Su primero volvió a querer ser Ponce en la versión toro. Listo. Además apretaba por los adentros y buscaba los tobillos como los holandeses a los españoles en la final del Mundial. Y firmaron tablas. Ponce no pudo con el pupilo de Lorenzo Fraile, pero tampoco el toro le mojó la oreja a él. Lo mejor vino en el cuarto, un gran toro salmantino, noble y bravo al que le costó entender al maestro que llevaba el automático y no se atrevía a pasar de 120 km/h en la autopista, pero en el ultimo tercio de la faena el valenciano se enroscó en una serie de circulares que reventaron el Baratillo por su temple y su plasticidad. Luego vinieron unas tandas genuflexas, enseñando los muslos, y algún pase de pecho interminable. La Catedral de Bilbao rugía y su comunión con el torero era total. Le perdonaban que con la mano izquierda la faena no hubiera llegado al aprobado. En esos momentos le querían dar las dos orejas, pero llegó la hora de matar y ahí Ponce tiene el vicio de apuntar al rincón para aliviarse en el embroque. Yo creí que el torero se tiraría por arriba pero craso error, el resultado fue de sartenazo en toda la regla. La espada cayó baja dirán algunos y yo añado que sólo se quema quien se acerca al fuego. La muerte del excelente toro fue rápida y el público quería entregar dos trofeos, perdonaba la ausencia de izquierdas y la puntería en la suerte suprema y ahí tuvo que llegar Matías, no el juez de línea sino el juez de plaza que dirían los mejicanos, para poner orden en una plaza de primera, con mucho prestigio pero de público cada vez menos exigente. Una oreja dijo el usía, al que todo el mundo llama únicamente por su nombre -Matías- como si lo conocieran de toda la vida, mientras personajes paniaguados y de escasos conocimientos taurinos, por lo que se deduce de sus palabras, lanzaban sus diatribas contra el Presidente por no conceder la segunda oreja, quedando en evidencia. Qué grandes ocasiones pierden algunos para estar callados. Al final justicia, oreja de ley, esta sí que es ganada a peso, para Ponce y emocionante ovación y reconocimiento del respetable que vivió momentos únicos, grandes, irrepetibles y que podrán contar en el futuro que ellos estuvieron en Bilbao la tarde del 2010 en la que Enrique Ponce revalidó crédito y le cortó un trofeo a un gran toro del Puerto de San Lorenzo.

Segundo y quinto eran para Diego Urdiales, que cogía la sustitución del lesionado Perera por haberle cortado una orejita a un anovillado ejemplar que salió con el hierro de Victorino. Y no pasó el examen. Su primero fue un inválido con el que nada se podía hacer, pero ante el quinto el torero enseñó sus cartas, que son pocas por cierto. El toro era un tío de seis años que sabía tanto latín que parecía proceder de la Pontificia Salmantina y Diego demostró no saberse las declinaciones. Eso sí, no le perdió la cara e incluso lo quiso torear y ahí viene el suspenso del tribunal, ese toro no había que torearlo sino lidiarlo y como no lo hizo el riojano, el pavo le echó mano y todo quedó en un susto con visita al sastre para arreglar el descosido. Se justificó el torero, valiente estuvo si se quiere, pero deberá volver en septiembre con los conocimientos de la lidia aprendidos.

El tercero del cartel era Iván Fandiño, torero vizcaíno, de Orduña, a un paso de Bilbao, al que anunciaron con figuras pero que no sabía que lo del Puerto venía pidiendo los papeles de la Facultad. Y el torero no los llevaba, por eso ante el tercero estuvo mal, un toro que no se entregaba pero al que el torero tampoco puso firmes. El morlaco le marcó la línea y el vasco, que no se trevió a cruzarla, se escudó -según él- en las nulas opciones de su oponente. Y salió el sexto, otro torazo bien armado al que recibió a portagayola quizá porque en el fondo sabía que con el anterior había estado por debajo de sus condiciones, el toro apuró y cazó al banderillero Mario Romero cuando se metía al burladero, profesional que se había librado hasta dos veces de la cornada en toros anteriores por estar mál colocado pero que esta vez no tuvo tanta suerte. Con la muleta Fandiño cometió el mismo error que Urdiales, estar valiente pero querer torearlo en lugar de lidiarlo y ahí el San Lorenzo no falló, cornada en el muslo y al hule junto a su banderillero. Entonces llegaron momentos de pánico en la plaza pero salió Ponce y disipó dudas con sus conocimientos de tauromaquia, macheteo sobre las piernas, lidia a lo antiguo y estocada. De diez.

Si salieran muchas corridas de toros así habría una limpia en el escalafón insospechada. Con Zalduendos y similares los mediocres tienen cabida.

4 comentarios:

  1. no estoy en absoluto deacuerdo con usted. En el 5 toro salio vivo que no es poco.

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  2. En los toros es muy difícil coincidir con otros aficionados porque cada uno vemos una corrida diferente. A mi me pareció que Urdiales se justificó pero no supo lidiarlo y si pasó tantos apuros fue por eso,por no lidiar. De todas formas gracias por compartir su opinión en este foro.
    Saludos

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  3. SI. pero usted siempre habla mal de DIEGO.no es ecuanime con los demas.

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  4. Hombre, digo que estuvo valiente y que se justificó pero que no supo lidiar, algo común a los toreros de esta hornada acostumbrados al toro soso y descastado y no al listo y exigente. Por otro lado le garantizo que no tengo nada contra Diego Urdiales, únicamente que en estas dos tardes de Bilbao no me ha convencido mucho, la verdad.Pero todo queda ahí, si otro día me parece que está bien así lo diré, se lo aseguro.

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