Durante el pasado fin de semana se ha celebrado en Zaragoza la miniferia de san Jorge con un resultado decepcionante: Una oreja cortada en dos festejos y el premio al toro más bravo de la corrida concurso desierto. Ese sería el resumen plasmado de forma sucinta, pero conviene matizar para no ser injustos.
En general, podríamos decir que
la programación con dos festejos es corta y el primer ciclo como tal
inexistente, si bien es cierto que la empresa cumple el pliego y ofrece los
mínimos que se le exigen tras el batacazo Serolo, pero eso es harina de otro
costal.
Las dos corridas programadas
respondían a unos parámetros de economía de guerra intentando que las arcas se
resintieran lo menos posible para llegar a pilares en buena posición, para lo
cual se eligen seis toreros de caché asequible, una ganadería moderada y unos
toros para la concurso que, presumiblemente, elevarían el presupuesto. Hasta
ahí todo lógico desde el punto de vista empresarial, si bien la afición
demandaba mayor número de figuras.
Para entrar en materia, la
empresa posibilitó unos días antes la llegada de la exposición “Museo de las
Tauromaquias Universales”, obra de André Viard, que se pudo ver en la
Diputación Provincial de Zaragoza y en el ruedo de la Misericordia el mismo día
24 hasta casi comenzar el festejo, siendo numerosos los aficionados que
acudieron a contemplar la historia de las relaciones entre toros y hombres
desde el paleolítico hasta la actualidad. Además, los enchiqueramientos de las
reses de ambos días han sido públicos y se ha contado con ganaderos y mayorales
de los hierros actuantes que según pasaban sus toros de los corrales a los
chiqueros iban comentando características, tipología y reatas de los mismos al
cuantioso público que se reunía en el corredor de toriles para contemplar de
cerca la belleza de unos animales únicos.
Con estos mimbres había que hacer
la cesta, así que el primer día se lidió un encierro de López Gibaja: grande,
descarado y con tres de sus ejemplares con opciones de triunfo, de los cuales
dos de ellos le tocaron a Joselito Adame que los desaprovechó, pese a lo cual
le hubiera cortado la oreja al primero de no pincharlo. Casos similares les
ocurrieron a Juan del Álamo, que tenía el trofeo ganado del buen segundo, y a
Fortes que se encaminó por la senda del valor para persuadir al respetable. Con
la suerte de cara se hubieran cortado cinco orejas, pero si muestra su espalda,
sube el cero al marcador.
En la concurso falló la bravura,
la durabilidad del toro y la presentación, dando un aviso a navegantes que no
son otros que empresa y ganaderos, y si me apuran hasta presidentes y
veterinarios, pues saltaron al ruedo ejemplares muy desiguales, sin quedar
claro si desde las dehesas se mandan a los mejores toros o a los que por sus
hechuras no caben en un encierro completo. Ayer el de Fermín Bohórquez
(Urquijo-Murube) cumplió en el caballo pero se asfixió en la muleta, el grandón
de Cuadri (Santa Coloma y otros) besó el albero y se maniquebró después, el de
Alcurrucén (Núñez) manseó en el jaco pero fue bueno en la roja, el de Adolfo
Martín (Albaserrada) tomó cuatro puyazos pero en la muleta no se empleó y se
rajó, el toraco de Fuente Ymbro (Domecq) no tuvo un pase y el anovillado de Los
Maños (Buendía-Mayoral) se dejó en el último tercio hasta que decidió irse a
tablas.
Con este material el premio al
toro más bravo quedó desierto y los intervinientes en la elección de los toros
en evidencia, mientras que los toreros poco podían hacer: Paulita no tuvo mayor
opción que torear con gusto al de Cuadri a la verónica, Rafaelillo solo veía
alimañas y Escribano aprovechó su lote, pues toreó a placer al buen Núñez, al
que arrancó una merecida oreja, y se entretuvo con el santa Coloma hasta que el
astado decidió abandonar la pelea.
Y en tarde tan poco lucida los
subalternos estuvieron a gran nivel, sirvan de ejemplo Esquivel, Chicharito,
Ambel Posada, Iván García, Manolo de los Reyes, Juan Sierra y José Mora.
Errare humanum est, estoy de
acuerdo, pero sería bueno sacar consecuencias.
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