Y con ella emigra parte de la historia taurina de España. Y, de momento, a nadie se le ha caído la cara de vergüenza por permitir que una de las ganaderías con la carga genética más antigua de nuestro país se tenga que marchar a Francia para sobrevivir. Como nuestros ingenieros o nuestros médicos, como el futuro joven que tiene que emigrar a los diferentes países del mundo en busca de currelo. El motivo es el mismo: El paro. Sus antiguos propietarios, los hermanos García Palacios, son conscientes de que con el hierro de Albarreal (Domecq) defienden el producto y que con los de Concha y Sierra les tocaba ponerlas. Y la han vendido. Por mi parte nada que objetar. A nadie se le puede pedir más de lo que han hecho por ese encaste. Pero la culpa no la tienen ellos, ni la Administración como defienden otros cuando no saben a quien cargarle el muerto. La responsabilidad es de los taurinos y especialmente de los toreros, sobre todo si son figuras, porque acostumbrados al monoencaste (Juan Pedro, Zalduendo, Victoriano del Río, Garcigrande, Cuvillo, etc) no apuestan por recuperar hierros que serían el orgullo de todos. Así que se vayan dejando ya de regalar entradas o de dar clases prácticas y se acartelen con corridas de toros de verdad, de esas que nos gustan a los aficionados y no me estoy refiriendo a las que quieren coger sino a las que transmiten emoción. Ahí esta la clave de la Fiesta y es donde quiero ver a los que viven de esto
Que los toros se vayan a Francia, que parece que la gente se escandaliza por ello, ¡Qué más da! ¿Desde cuando el toreo tiene fronteras?. En Arles Jean Luc Couturier los cuidará y seguro que la respetuosa afición francesa paga su entrada por ver a esas reses de pelo tan especial y variado que hicieron triunfar a Belmonte hasta el punto de que cuando pasaba el torero por la casa de la ganadera, en Sevilla, se quitaba el sombrero para recordar el triunfo de Madrid del año 1917 con uno de sus toros.
Más, nosotros en España, ante la noticia hacemos el Don Tancredo, y en el pecado llevaremos nuestra penitencia. Desde la afición, los blogs y parte de la prensa pedimos insistentemente que se respete la variedad de encastes, pero los empresarios y los ganaderos sucumben al capricho de las figuras que solo quieren domeqs y rechazan estos toros vazqueños que tienen su origen en el año 1755, cuando un vecino de Utrera llamado Gregorio Vázquez formó la vacada. Después pasaría a manos de su hijo Vicente José en 1778 quien la vendería a Taviel de Andrade que a su vez la traspasaría a Fernando de la Concha y Sierra que sería quien le diera la denominación que ha llegado hasta nosotros, luciendo especialmente en la época que la regentaba su viuda Dª Celsa o la hija de ambos, Concepción de la Concha.
Pero el daño ya está hecho y no parece que quien puede poner remedio a estas tropelías, que no son otros que las figuras, quieran tirar del carro de verdad y no formando G10 o encerrándose con seis toros del mismo encaste mientras la gente paga paga una pasta y se rasga las vestiduras ante un espectáculo posiblemente bello pero mutilado.
Así pues, solo queda desearle a Couturier, un empresario romántico que ya se hizo con la camada del Cura de Valverde hace unos meses, que tenga muchos triunfos y si la cosa no se da bien, que respete el hierro vazqueño como lo hicieron sus últimos propietarios, pues en sus manos tiene algo más que una ganadería cualquiera, tiene parte de la historia de la tauromaquia.
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