Tarde de mucho calor en Zaragoza con un denominador común basado en el interesante juego de los novillos lidiados.
En primer lugar Jesús León se ha enfrentado a un buen ejemplar de la Condessa de Sobral, muy en Torrestrella, que tenía nobleza y calidad en la embestida con el que hemos visto al torero un tanto desconfiado y escaso de argumentos estéticos, sumido en una labor anodina que finaliza de un bajonazo y una entera. Al final se aplaude al novillo y se silencia a un León que no ha rugido, pasando a la enfermería para ser tratado de una lesión ¿antigua?.
El segundo astado ha sido más chico y ha apretado en banderillas, probando a Cuartero en la muleta. En conjunto, la labor del de Figueruelas ha mostrado altibajos, cobrando altura en muletazos sueltos por ambos pitones. En todo momento el torero se ha fajado con el utrero para acabar con él de una entera en buen sitio, siendo ovacionado.
Con la tarde en compás de espera, Juan Millán ha demostrado con la muleta lo que ya había apuntado con el capote: su escaso oficio. El novillero anduvo toda la tarde queriendo, pero sin poder y el utrero se fue sin torear al desolladero después de una estocada entera, un punto delantera y un golpe de verduguillo.
Corre turno y al cuarto lo lidia Cuartero, por lesión de Jesús León, y resulta un novillo que mansea en varas y coge a César Urdániz de fea manera cuando colocaba el segundo par de banderillas. En la muleta el astado transmite emoción y peligro y el aragonés no se lo piensa, aunque es prendido sin consecuencias mientras toreaba por el pitón derecho, saliendo con la taleguilla destrozada. A partir de ese momento la plaza está con el torero, que tiene que soportar las coladas de su enemigo. Faena de cara o cruz que solventa de media arriba y un descabello, lo que le permite cortar una oreja.
Con el quinto, la receta de Millán consistió en repetir lo aplicado a su primero. Al torero, los árboles no le dejan ver el bosque mientras que el novillo aprende latín, por lo que necesita de tres intentos para clavar el estoque más un descabello, siendo silenciado nuevamente dentro de una tarde gris en Zaragoza.
Con el sexto, Miguel Cuartero se vuelve a lucir con el capote, muy en Paulita, con quien entrena, y tras brindar el novillo a su banderillero Carlos Esteban se deja llegar de largo a su oponente en series largas con sabor a toreo bueno, que llegan con fuerza a los tendidos. El novillo es noble por ambos pitones y Cuartero exhibe todo su repertorio aún sin acabar de redondear la faena en su tercio final. Mata de entera delantera y caída y pasea su segunda oreja.
Ficha del festejo:
Plaza de toros de Zaragoza. Novillada con picadores. Algo menos de un cuarto de entrada en tarde calurosa. Novillos de Condessa de Sobral, de juego desigual, siendo los mejores el primero, aplaudido en el arrastre, y el sexto.
Jesús León: silencio tras aviso, en el único que mató.
Miguel Cuartero: ovación, oreja y oreja.
Juan Millán: silencio tras aviso y silencio.
Incidencias: Jesús León solo pudo matar al primero de su lote, ya que se lesionó.
El banderillero César Urdániz, de la cuadrilla de Miguel Cuartero, resultó cogido al parear al cuarto de la tarde. Tras el percance fue trasladado a la enfermería donde se le operó de una cornada en la zona abdominal. Posteriormente fue traslado a la clínica Quirón, donde permanece ingresado.
El parte médico reza así: César Urdániz 'Sufre una herida por asta de toro en el escroto, con orificio de entrada de 3 centímetros y dos trayectorias ascendentes, una de 20 centímetros que diseca la aponeurosis del músculo oblicuo mayor, llegando a la espina ilíaca antero-superior izquierda. Otra que diseca la faccia del músculo recto anterior derecho. Pronóstico grave. Queda ingresado en la Clínica Quirón de Zaragoza (Javier Sesma en Mundotoro)
Entre los destacados de la tarde habría que mentar a la cuadrilla de Cuartero. Soberbio Diego Ochoa con la vara, excepcionales en lidia y banderillas Roberto Bermejo y Carlos Esteban y con honor de torero con mayúsculas César Urdániz, que sabiendo del peligro del novillo no se ha escondido para clavar los palos.
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