El Museo de Teruel y la Fundación Amantes han organizado un conjunto de actividades durante los días 19 y 20 de junio para dar a conocer la época en que desarrolló su actividad artística Salvador Gisbert (1851-1912), con motivo de cumplirse el centenario de su muerte. Entre ellas destaca la presentación de 'La Vaquilla del Ángel', una obra cuya adquisición y restauración permite conocer mejor las formas de celebrar dicho festejo a finales del siglo XIX.
La presentación corrió a cargo de la restauradora del mismo, Gemma Rabanaque y tuvo lugar en el salón de actos del Museo el pasado martes a las 19.30 horas.
Salvador Gisbert, natural de la localidad de Blesa, fue uno de los mejores artistas turolenses durante el periodo que va desde finales del siglo XIX hasta comienzos del XX. Tuvo, además, una gran influencia en buena parte de los creadores turolenses del primer cuarto del pasado siglo y no sólo fue notable su producción de lienzos y dibujos, sino que también debe destacarse su trabajo en el ámbito de la pintura mural. Ahora, la restauración del cuadro 'La Vaquilla del Ángel' constituye otra excelente oportunidad para aproximarse de nuevo a la obra de Salvador Gisbert.
'La Vaquilla del Ángel' es un óleo de 55 por 88 centímetros que fue realizado en febrero de 1885. Como su título indica, la pintura recoge una escena costumbrista que representa una escena taurina. Para llevar a cabo este lienzo, ejecutado de manera realista, su autor elaboró diversos dibujos previos, y una vez acabado fue donado por su autor a la Sociedad Económica Turolense del Amigos del País para que se sortease y con su recaudación sufragar algunas necesidades de la ciudad, como la limpieza de las calles.
La recuperación para el patrimonio cultural turolense del citado cuadro de Salvador Gisbert se produjo en 2009. El Museo de Teruel consideró entonces que se trataba de un lienzo de gran interés, máxime teniendo en cuenta que son muy escasas las pinturas conocidas de Gisbert y más infrecuente todavía el que afloren al mercado obras de este artista no catalogadas. Este lienzo, por tanto, de gran rareza, fue adquirido en su momento por una familia que posteriormente emigró a Argentina.
RESTAURACIÓN
El lienzo 'La Vaquilla del Ángel' llegó al Museo de Teruel en un estado de conservación deficiente. De ahí que el proceso de restauración, que se realizó en los talleres de la entidad en 2010 y que se prolongó durante dos meses, haya permitido devolver la obra a un estado similar al original.
Se han retirado todos los elementos añadidos en las intervenciones anteriores y se ha conseguido una mejor conservación para el futuro. Además, durante el proceso de limpieza salieron a la luz muchos detalles que dan a la obra una mayor claridad y legibilidad. (Fuente: Europa press).
MI IMPRESIÓN
La obra es de un gran realismo pues está ubicada en un lugar tan turolense como la plaza del Torico, fácilmente reconocible por sus típicos soportales y la figura del astado sobre la columna. Un espacio urbano convertido en coso taurino, lleno a rebosar y repleto de hombres, mujeres, niños y animales que quieren acercarse al toro que va atado con una cuerda de la cual tiran los encargados de la Soga y Baga, al igual que en la actualidad. Todo es tumulto: Unos llevan una manta para torear, otros le clavan banderillas de fuego al animal que ya porta en sus lomos otros rehiletes tradicionales, mientras el resto observa en círculo. Una fiesta bulliciosa, pueblerina y brutal, como aquella España de 1885 que celebraba en Zaragoza su Expo Aragonesa y vio morir a su rey Alfonso XII en noviembre de ese año, pasando a la regencia su madre María Cristina. Otros tiempos. Tan lejos o tan cerca. Nuestros.
MI IMPRESIÓN
La obra es de un gran realismo pues está ubicada en un lugar tan turolense como la plaza del Torico, fácilmente reconocible por sus típicos soportales y la figura del astado sobre la columna. Un espacio urbano convertido en coso taurino, lleno a rebosar y repleto de hombres, mujeres, niños y animales que quieren acercarse al toro que va atado con una cuerda de la cual tiran los encargados de la Soga y Baga, al igual que en la actualidad. Todo es tumulto: Unos llevan una manta para torear, otros le clavan banderillas de fuego al animal que ya porta en sus lomos otros rehiletes tradicionales, mientras el resto observa en círculo. Una fiesta bulliciosa, pueblerina y brutal, como aquella España de 1885 que celebraba en Zaragoza su Expo Aragonesa y vio morir a su rey Alfonso XII en noviembre de ese año, pasando a la regencia su madre María Cristina. Otros tiempos. Tan lejos o tan cerca. Nuestros.
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