Será a las diez y media de la noche del 13 de septiembre, cuando desde los balcones municipales de la plaza de España de su localidad, el Gran Arruga lance al aire su pregón de fiestas en honor al Santo Cristo de Santiago. Se lo merece porque Jesús Arruga es en el toreo, intenso como el vino que nace de aquella tierra y tras un par de banderillas deja en el paladar un sabor similar al de la buena garnacha.
Yo no oculto mi admiración por Arruga porque además sé que pasados los años se convertirá en un referente para generaciones venideras como lo fueron los aragoneses Ramón Laborda El Chato, Pinturas, Blanquito o Carrato. Es un tío despierto, se le ve en los ojos; y está curtido por el sol y la vida como las excelentes viñas de su tierra. Su infancia no fue fácil, pero se vino arriba como los animales bravos en el castigo. Y llegó a ser campeón de España de recortes. Después cogió el percal, la puntilla y los rehiletes, y colocando los palos ha logrado los premios más prestigiosos de este país. No se puede banderillear mejor. No es posible ejecutar el tercio con más pureza. Y el aficionado lo sabe y lo espera. Las plazas enmudecen cuando Arruga se perfila ante el toro porque tiene bragueta y pundonor para llenar cinco plazas de toros como la de México DF. Por todo ello y seguro que por muchas cosas más, Cariñena ha decidido que un hijo suyo como es Arruga sea merecedor de ostentar el más alto honor que puede conceder un municipio, que no es otro que nombrarlo pregonero. Pero no todo queda ahí, pues al día siguiente, a la una de la tarde se inaugurará un mural de cerámica en la plaza de toros dedicado a tan reconocido garapuyero.
Así que Arruga está pletórico, contento y orgulloso, pues además José Tomás, el astro rey a quien tanto admira, lo ha elegido para formar parte de una de las cuadrillas que actuará el domingo 16 en Nimes en su encerrona con seis toros. Un grande siempre se ha rodeado de grandes. Enhorabuena.
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