Acabo de ver que desde el 14 de noviembre no había escrito de toros en el blog. No me lo pedía el cuerpo. Había visto pocas cosas de mi gusto a lo largo de la temporada y la feria del Pilar me bajó tanto la mano que doblé reventado. Descanso, dije para mis adentros. Hay que ser honrado con uno mismo y si no hay inspiración más vale no ponerse el traje de luces para lidiar ante el ordenador y ser un pegapases o un juntaletras.
Y así estaba, sesteando taurinamente hablando, hasta que leí la noticia de que Vázquez-Prada había fallecido el pasado día 24. Había que hacer algo, pues Ricardo era uno de los nuestros. Un periodista que a lo largo de más de 30 años nos había relatado con sus crónicas desde Heraldo de Aragón los aconteceres del mundo taurino de nuestra tierra.
Nos conocíamos desde hace tiempo y no es que fuéramos íntimos amigos, pero cuando nos veíamos nos saludábamos y casi con toda seguridad hablábamos de lo que nos unía a ambos que era el mundo de los toros, por eso lo único que hoy pretendo con estas líneas es mostrarle mi respeto y sumarme al homenaje que de alguna manera le ofrecerá todo el mundo del toro, por ello no hablaré de sus títulos universitarios ni de los medios en los que trabajó, ni de los libros que escribió ni de los galardones que recibió, pues eso lo han hecho otros compañeros mucho mejor que yo, por eso prefiero referirme a la sonrisa que tenía, a lo bien que escribió la biografía de Gitanillo de Ricla, a sus conocimientos taurinos acumulados durante tantos años y que habían desembocado en un tauroescepticismo en el que solamente excluía a José Tomás, y a los últimos momentos que compartí con él el año pasado moderando una de las charlas que Pascual Marco y su IACOM organizan durante la feria del Pilar, en la cual hablamos de Morante.
Así pues, Ricardo, con la admiración que tu trayectoria personal y profesional despierta en mi persona, descansa en paz.
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